lunes, 22 de julio de 2013

La misteriosa Helena.

     Después de despedirme de Helena seguí caminando para llegar al bar lo más rápido posible. Mire el reloj con incertidumbre, sí, llegaba ya media hora tarde.
 -Esto se me esta yendo de las manos-pensé. Continué por la calle, y al final de ella, estaban ellos, concretamente en la puerta del bar. Todos tenían cara de  preocupación, o tal vez yo lo interprete mal y realmente estaban cabreados.
Siento la espera, he tenido un pequeño problema.
Siempre llegas tarde, no se como te las apañas, pero bueno, no pasa nada. Descuida.
Tuve un percance con una chica, la vi que estaba tirada en medio de la calle, llorand...
Y antes de que pudiera terminar la frase me cortaron de una forma tenaz.
¿Con una chica? James, eso no es propio de ti. ¿Qué paso? Te la querías ligar, eh.
No sé ni para que dije nada, los próximos treinta minutos se convirtieron en una batalla de preguntas absurdas, suerte que yo las ignoraba y no les seguía el rollo. Si no, la cosa se pudo haber puesto mucho peor.
     Después de una hora los ánimos se calmaron, por fin pudimos cambiar de tema. Fue una bonita noche, Carlos nos contó que había conseguido un puesto de trabajo en un  instituto de la zona. Estaba un poco asustado por los niños, no sabía como se iba a enfrentar a ellos. Ya sabéis, están totalmente revolucionados a causa de las hormonas. Sería profesor de inglés. Siempre había querido serlo, desde niño. Creo que esa fue la razón por la que todos quedamos en el bar aquella noche, para celebrarlo. No sé, me encuentro bastante desconcertado. Se hizo bastante tarde, y yo me tenia que ir a casa. Mañana tenia una cita con Helena, y no podía fallarla, ya que había sido un logro convencerla. Así que me despedí y me fui casa.
    A la mañana siguiente me desperté muy pronto, esta vez no podía permitirme llegar tarde. Me levante de la cama con gran ímpetu, y me dirigí a la ducha. Una buena ducha por la mañana te aclara las ideas, y yo necesitaba que eso pasara. Cuando salí de la ducha me di cuenta de que aun quedaba mucho tiempo para las doce, así que me relaje en el sofá, pensando en lo que iba a pasar de aquí en adelante. Estaba nervioso, miraba el reloj cada cinco minutos. -¿Que me esta pasando?- me preguntaba. Nunca me había pasado algo así con una chica, y menos sin tener ningún tipo de afecto hacia ella. ¿Que pasa? ¿Helena era especial? ¿Era diferente a las demás?
    Por fin llego la hora y pude marcharme hacia el parque donde habíamos quedado. Sé que no lo he mencionado, pero me mando un mensaje, diciéndome donde deberíamos encontrarnos. Es un detalle que no tiene importancia, ya que esta gran historia empieza aquí...
     Llegue al parque a la hora justa. Eran las doce, y me senté en el barco mas cercano a la puerta principal. Supongo que vendría por ahí. Habían pasado cinco minutos desde mi llegada, y Helena no aparecía. Que irónico es todo, siendo ella la primera que me dijo que fuera puntual. De repente vi a una chica entrar por la puerta. Tenia el pelo corto, tanto, que la rozaba los hombros. El corte era tan recto que parecía estar hecho a medida. Llevaba una camiseta de The Beatles, en la cual aparecían los cuatro componentes cruzando el paso de cebra de Abbey Road. Sus pantalones eran cortos, pero unas finas medias negras la tapaban las piernas. Sin embargo, el detalle más alarmante eran sus zapatos, no llevaba tacones. Llevaba unas bailarinas, muy antiguas, podía notarse porque estaban realmente desgastadas. Quizás son de algún antepasado suyo, y se las regalo a modo de recuerdo.  Se quito el sombrero y me miro con una mirada dulce pero picara a la vez.
Siento haberte hecho esperar James, diría que lo bueno se hace esperar, pero demasiadas personas hacen referencia a ese dicho.
No te preocupes, pero si hablamos de puntualidad, tenemos que estar a la hora.
(Fui incapaz de reírme mientras lo decía).
Qué tonto eres, bueno que, un gran cambio, ¿verdad?
Pues si, ¿donde te has dejado tus tacones?
Están en casa. Digamos que no siempre una debe ir arreglada a todos los sitios. Los tíos os acostumbráis a lo bueno, y cuando nos veis aparecer con este tipo de ropa os decepcionais. Es mejor acostumbraros desde el principio.
   No supe que responder. Así que la hice una pregunta demasiado chocante.
— ¿Helena, por qué tu odio hacia los tíos?
Uy, una pregunta demasiado concreta, querido. Hablaremos de ello según nos vayamos conociendo, de momento vamos a movernos. ¿Conoces alguna heladería por la zona?
Sí, creo recordar que si. Esta a dos manzanas de aquí.
Pues en marcha.