miércoles, 24 de octubre de 2012

Aquella chica de ojos grises.

  Aquel día hacia frió, y él se dirigía al colegio como cada día, esta vez iba andando porque hacia un gran sol que deslumbraba todo. Iba caminando con su amigo Carlos, contando sus anécdotas  y odiando los lunes porque siempre tenían que entrar una hora antes, y con ese frió a nadie le apetece salir de casa. Todo fue muy rápido, pero al llegar allí, vio algo distinto, no le cuadraba todo. Y efectivamente, estaba allí  esa chica de la que tanto hablaban, esa chica con la melena tan rubia que parecía albina. En el ambiente se apreciaba un frió distinto, aunque el llevaba su bufanda que le cubría el rostro y le aportaba algo de calor. Pero en ese momento noto algo que le partió el cuerpo en dos, ese frió había llegado hasta lo mas hondo de el. Sin embargo desde ese día, no se volvió a hablar de la chica, y no se supo mas de ella, quizás se mudo, o no volvió mas al colegio. Estaba en boca de todos, siempre, aunque eso a ella la gustaba. Nadie la conocía de verdad pero muchos decían que era distinta a la realidad.
  Al parecer no tenia sentimientos, no quería príncipes azules ni amores eternos, porque sabia que todo eso era una mentira, algo que nunca se iba a cumplir. No estaba dispuesta a engañarse.  Su estilo no era de de lo mas moderno, ni de lo mas antiguo, digamos que vivía entre épocas, a base de buenos recuerdos. Era seria, tanto, que cuando sonreía podía transmitir esa alegría y esa calidez que no mostraba siempre. Era ella, tan rara pero a la vez tan interesante. Lo que mas destacaba de ella eran aquellos ojos grises, eran como la nieve que caía en pleno invierno, y chocaba con los arboles de aquel bosque de Canadá.
  Según transcurrían los días el se dio cuenta de que algo pasaba,  siempre que recordaba su mirada, no sentía ese frió que le partía el alma, si no todo lo contrario, sentía un calor tan grande que ardía, podía quemar el ambiente. Contrarrestaba aquel frió de la nieve de Canadá.
  Ese mismo día de vuelta a casa, Daniel le pregunto a su amigo algo que no podía quitarse de la cabeza.

-¿Tu crees en el amor? -pregunto con duda Daniel

 Carlos se rió con cierto toque de picardia. -¿Tu crees en las estrellas fugaces? ¿Crees que si las ves y pides un deseo, se cumplirá?
Daniel no entendía del todo lo que su amigo quería decir. -Sí, claro que creo en ellas, pero no pueden verse siempre, ademas, los deseos no suelen cumplirse.
- Eso mismo quería oír, el amor tampoco es algo que pueda verse siempre o notarse en la gente, pero cuando pasa es como una estrella fugaz, algo rápido  tanto que incluso puede llegar a parar el tiempo. Es algo sencillo, pero lo  recuerdas siempre.
-¿Y un amor puede ser rápido y fugaz?
- Claro que puede serlo, pero no solo el amor, también los momentos pueden ser rápidos e impactantes. ¿Te acuerdas de aquella chica?
- Por supuesto, cada vez que lo pienso me arde algo por dentro, no se lo que es, llámalo 'x'. Fue algo tan rápido, en ocasiones me hubiera gustado hablar con ella, y conocerla. Parecía interesante.
-No hace falta que lo pienses mas, ahí tienes la respuesta a tu gran duda.

Antes de irse cada uno a su casa, su amigo le dijo una frase que nunca olvidaría, algo que siempre retumbaría en su cabeza.


'Los momentos fugaces, esos que pasan tan rápido sin darte cuenta, son los que mas cuentan. La vida esta compuesta de esos momentos fugaces, nunca lo olvides querido amigo'.


Ahora podía notar la sonrisa en su cara. ¿Quizás fue un flechazo? él no lo llego a saber nunca. Sin embargo nunca olvidaría a aquella chica tan distinta de los demás, aquella chica que con tan solo una mirada pudo lograr algo que ninguna otra antes había hecho.