-Are you ready Pablo"?
Mi cabeza se
levanta de golpe, y los sueños desaparecen, es por la mañana y al parecer es la
hora de levantarse, Jackie, mi señora, con la que estoy conviviendo durante
cuatro semanas me acaba de despertar. Estoy cansado y lo único que me sale
decirla es un seco "yes", no estoy como para pensar en inglés, no son
horas.
Son las siete, ella tan
puntual como siempre. Me levanto para mirar mi habitación, esta todo colocado
tal y como lo deje anoche, pero al abrir el armario me doy cuenta de que estoy
pisando algo demasiado blando, si, la colcha de la cama esta por el suelo. Al
parecer he tenido una pelea con las sabanas esta noche, todo esta por el suelo
como una leonera.
Tengo todo el tiempo del mundo, hasta dentro de treinta minutos
Sandra no vendrá a decirme si estoy listo por lo tanto, me siento en la cama, a
pensar que ropa me puedo poner hoy. Corro la cortina y el abrasador sol me
deslumbra los ojos, pero ya se como es de imprevisible el tiempo de Inglaterra
y no me fio, así que una camisa vaquera será la mejor opción. Voy despacio
al armario, arrastrando mis pies y veo una camisa vaquera, no me la he puesto
nunca, así que hoy va a ser el día. El suelo esta frio, eso me
pasa por estar descalzo.
Después de
arreglarme, hago la cama que al parecer no tiene mucha dificultad. Tengo
tiempo, mucho quizás, porque soy demasiado rápido, pensándolo fríamente
me podía haber quedado durmiendo un poquito mas.
Tengo el
baño al fondo así que voy a lavarme la cara. Me miro al espejo antes de llegar
y mi cara de zombie es brutal, dormir tan poco no es bueno. Abro el grifo y
aunque odio el agua fría por la mañana, sé que me va a despejar bastante, y así
es, las gotas frías caen por mi cara al secármela con la toalla, sinceramente,
alivia mucho. Vuelvo a la habitación y en ese momento, Sandra aparece, ambos
vamos tranquilos a sentarnos para desayunar. Y todo es como siempre, la pequeña
mesa llena de zumo de naranja, cereales y en el medio están los cruasanes, tan
calentitos como siempre. Es un placer comérmelos por la mañana. Los dos nos miramos
con complicidad, y comenzamos a desayunar. El silencio se percibe, tenemos
tanta hambre que no hace falta hablar por la mañana.
Pronto
acabamos y antes de hacerlo Jackie comienza a hablarlos, simples preguntas mañaneras.
Al parecer promete vamos a Southend, un parque de atracciones que limita con la
playa, y con este sol que parece casi español, nada puede ir mal. Recojo mis
ultimas cosas, me peino y me echo mi colonia favorita, pero antes de irme el
gato no quiere irse de mi habitación, no estoy como para perder tiempo porque
tenemos que ir a casa de Anna a recogerlas, así que cierro la puerta y con
suerte deseo que no estropeé nada.
Avanzamos por las típicas
calles de esta bonita urbanización, y como no, llegamos a tiempo, aunque las
clases no empiezan hasta dentro de una hora, nos gusta ser puntuales por si tuviéramos
algún contratiempo. Y ahí esta el enorme abeto característico de la casa de
Anna, nos acercamos con cautela y llamamos al timbre esperando su respuesta.
Ella tan feliz como siempre, con esa sonrisa en la cara nos invita a pasar y
esperarlas sentados en el sofá. Al sentarnos, Ángel, el gato se acerca a
nosotros tan veloz como un cohete, es un mimoso, pero es encantador. Anna nos
recomienda que disfrutemos hoy y nos olvidemos de las compras que ya tendremos
tiempo, lo siento, pero no, yo tengo en mente todos los días los regalos, y
hasta que no tenga todos no me quedo tranquilo. Es horrible tener ese
pensamiento, pero soy y no puedo cambiarlo.
Por fin
estamos listos, hace un sol reluciente así que hoy iremos por el camino de
barro, que esta seco. Si, hoy he hecho bien y he acertado poniéndome mis
converse, hoy todo saldrá bien, seguro. Comenzamos el camino que se hace mucho más
corto cuando hablamos de todo en general, o simplemente Noelia cuenta los
chistes, que aunque son malos amenizan bastante el camino.
Como siempre llegamos con
una puntualidad extrema, los coches van llegando al car park, todos vienen en
coche menos nosotros, como no. Pero así
hacemos un poco de ejercicio, que nunca viene mal, porque comiendo esta comida
unos kilos nos llevamos asegurados.
Todo esta tan vacío, es normal, por la mañana cada uno se
esta preparando para las clases ¡oh no! no me acordaba de ello, las clases de
por la mañana esas tres horas tan aburridas compuestas de juegos y demás
gilipolleces, menos mal que nos han cambiado de profesor y Brenda esta con nosotros.
Es una profesora maja. Cuando vamos a entrar a la común, sé que todos los
españoles están ahí, y no me equivoco, cada uno esta a lo suyo, unos jugando
desde por la mañana y otros tantos relajados con el móvil escuchando música
deseando que el reloj se pare y con él, el tiempo para que no empiecen las
clases. Todos los nuestros están por aquí, tan carismáticos como siempre.
Buenos días - digo con gran alegría y una voz un tanto amable
Es la hora afirman
muchos de ellos, y tras dejar la vaguería a un lado nos disponemos a
enfrentarnos al horror de las clases. Llegamos bien pero como no los rusos y
turcos son más puntuales que nosotros, y marta nuestra profesora ya esta
pasando lista. Se da un aire a la señora rottenmeier, de verdad, podrían pasar
por hermanas. No tiene mucha energía, pero eso es lo que necesito, lo justo
para estar tranquilo y relajarme. Cuando me quiero dar cuenta la hora esta
cerca, tras miles de juegos y un poco de gramática, el sonido del recreo se
acerca. Y parecemos todos tontos esperándolo con gran decisión, y al sonar
nuestra pereza es tan grande que decidimos quedarnos en clase esperando a la
siguiente profesora, mientras mi querida amiga Carmen se dispone a colorear o
decorar la pizarra de clase, con los eddings que tanto molan. Tengo hambre, muchísima,
los dos cruasanes de por la mañana seguro que están en los pies, y mis tripas
rugen como si de leones se tratara. Abro el tupper que esta al fondo de la mochila, y con suerte
deseo encontrarme chocolate, que este rico. Pero desafortunadamente no hay nada
dulce, otra hora y media con un hambre increíble, espero que haya algo rico en
la residencia porque temo por mi estomago, y si así es la bandeja me la como
igual.
Brenda hace la clase mas amena, nos pregunta cosas y nos interactúa
para que hablemos en ingles que a eso he venido. Y cuando menos me lo espero,
llega la hora, y mis ojos se abren como platos deseando encontrarme con algo
rico por allí. Todos corremos y durante el camino las bromas de "vete al
bosque con Jaime, o kalise para todos" están presentes, le recordamos
todos los días, si porque Jesús nos ha dejado marca. Dejamos la nostalgia a un
lado y el comedor esta lleno, con suerte encontramos una mesa, pero solo
cabemos diez, aunque estos no conocen a los españoles que somos capaces de
juntarnos más de lo permitido con tal de hacer sitio. Dejo la mochila y un rico
olor a pasta se acerca a mi nariz, puedo olerlo, si esta rico. Con la baba en
la lengua espero mi comida y al cogerla vamos todos cantando o alegres a comer,
porque hoy tenemos un pequeño festín ya que hasta el pan esta presente.
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